Mi alma tiembla
sólo de pensar
que sabes de mi que
un minuto de tu ocupado tiempo
lo has dedicado a esta pobre alma enamorada
que muere cada día por ti.
Que te entregó su voluntad
para que fueses dueño de ella.
¿Qué más tengo que decirte?
¡Qué te quiero con locura!
Mi esencia ya es tuya
que recibo con agrado esta condena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario