martes, 24 de junio de 2014
No me viste llorar,
aunque pasaste a mi lado.
No te percataste que estaba allí,
en medio de esa nada que es la soledad,
que impone está vida
como quien martillea un clavo.
No miraste que te tendí una mano,
para salvarte de ti,
que no cometieras mis pecados,
me ignoraste con cara de asco.
Yo un día creí ser un dios,
y sólo soy barro.
No te paraste a pensar
cómo llegué allí,
antes como tú,
anduve los mismos pasos.
Lo tenía todo,
y ahora tan poco valgo,
que ni el polvo me cubre
con su fino manto.
No observaste a tu alrededor
y tú corazón no sobresalto,
no miraste que era yo quién estaba sentada
en el suelo viendo a la gente pasar,
y ellos ignorándome a cada paso.
No te diste cuenta que aquella mujer era yo,
mi yo futuro que se refleja en el pasado.
Esa mujer eras tú
y no has observado que la noria giro,
y todo ha cambiado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario