He sentido en mi propia piel
el latigo de tu crueldad,
de la inquina.
Tanta malicia no creía tuvieras,
el alma partida me dejas.
Sueños que ya son pesadillas,
que me adentran en el abismo
de la codicia por el ser
y tú no dirás.
Fuíste vida para mí
y ahora te temo.
Me dan miedo tus actos,
tus rencores insanos,
no creo ya nada
que toquen tus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario