sábado, 17 de mayo de 2014

Extraño juego, aquel que cree controlar los sueños, los falsos rubores, que no plasman emociones. Automatas del miedo, que sobornan a los viejos, robándoles por las noches sus emociones, convirtiéndolos en almas sin vida ni esperanza, somos meros vagabundos sin coraza. Niños pequeños que atientas buscan la mano amable, de la madre que perdió a su niño, engullido por el tedio y el olvido.

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