domingo, 13 de abril de 2014

Ojalá tuvierá en este instante miles de aves revoloteando por mi cabeza, para olvidar las penas que hieren mi alma. Volverme loca quisierá, caer en el dulce sopor que me produce tu voz, que tranquiliza mi corazón inquieto. Haces bien en poner barreras entre ambos, yo soy el mal, el pecado, y tú ángel de ese dios cruel y malvado, que castiga marchitando la piel y dejando la mente en blanco, para no recordar que jóvenes fuímos una vez, y nos amamos.

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